Raro. Esa es la única palabra que puede emplearse tras la conferencia de Samsung para explicar los incendios del Galaxy Note 7. La surcoreana echó la culpa a los dos fabricantes de baterías que abastecieron al dispositivo, lapidado tras la primera camada defectuosa y sentenciado a muerte tras la segunda.
Koh Dong-jin, responsable de la división de teléfonos móviles de Samsung, presentó en Seúl los resultados del análisis sobre los incendios en los Galaxy Note 7. Realizados por Samsung y otras tres entidades (las consultoras estadounidenses UL y Exponent y la empresa alemana de inspección técnica y certificación TÜV Rheinland), tal como se esperaba, los estudios responsabilizan en un 100% a las baterías, dejando de lado las sospechas sobre el diseño extremo del teléfono, teorías que ponían en jaque a la fabricante número uno de celulares.
Las conclusiones del estudio señalan que la primera camada de baterías, fabricadas por Samsung SDI, una subsidiaria del grupo, poseían un revestimiento demasiado pequeño, lo que no permitía a la pila expandirse y contraerse correctamente durante los ciclos de carga y descarga. Eso hacía que los electrodos positivos y negativos entraran en contacto y generaran un cortocircuito.
Al presentarse los primeros casos de incendio de Galaxy Note 7, Samsung recurrió a otro fabricante de baterías con sede en Hong Kong. Y sorpresivamente también fallaron. La empresa tuvo que apurar los procesos productivos para satisfacer la demanda de Samsung y de ahí que los controles de calidad no fueran los adecuados. En concreto, la falla estaba en las membranas de aislación.
Samsung prometió ahora “estar más comprometida que nunca de cara a ganarnos la confianza de los consumidores”. Koh agregó que la empresa aumentó y mejoró los procesos de control de calidad con nuevos protocolos y un nuevo examen específico de ocho puntos para las baterías.
La investigación tuvo lugar durante un mes y estuvo a cargo de 700 técnicos e ingenieros recreando en los cuatro centros de fabricación del Galaxy Note 7 (uno Corea del Sur, uno en Vietnam y dos en China) procesos de carga y descarga con unos 200.000 dispositivos acoplados y unas 30.000 baterías de ion-litio.
El escándalo del Galaxy Note 7 arrancó a poco de comenzar a venderse el dispositivo, el 19 de agosto, cuando comenzaron los reportes sobre batería que se incendiaban durante la recarga.
El 2 de septiembre, Samsung llamó a cambiar 2,5 millones de unidades, equipadas con nuevas baterías. Los problemas continuaron, incluso uno se incendió dentro de un avión, y obligaron a la surcoreana a retirar del mercado los Galaxy Note el 11 de octubre.