El juego del gato y el ratón, protagonizado habitualmente por los usuarios de PlayStation y Sony o los dueños de un iPhone y Apple, tiene un nuevo protagonista: John Deere.
¿Qué tiene que ver el fabricante de tractores con Sony o Apple? Las tres empresas se “reservan” ciertos derechos de propiedad sobre sus productos. Sony persigue el hackeo de sus consolas para no permitir que corra juegos pirateados; Apple para que sus iPhone sigan bajo su entorno y el de las operadoras; y John Deere para que sí o sí los ¿dueños? de un tractor deban recurrir sí o sí al servicio técnico oficial en caso de algún desperfecto.
Las restricciones de John Deere sobre sus tractores volvió muy popular el hackeo con software proveniente de Ucrania: granjeros desesperados por reparar la maquinaria recurren a esa alternativa, que les devuelve la propiedad del vehículo, facilitándoles además la posibilidad de realizar cualquier reparación.
Límites
Que los granjeros acudan a hackers para “liberar” tractores tiene otra explicación: John Deere puede, de manera remota, apagar la maquinaria sin que los agricultores puedan hacer otra cosa más que comunicarse con la empresa para solicitar una reparación que bien podrían realizar ellos mismos.
De hecho, John Deere obliga a los compradores de un tractor en los EEUU a firmar un documento en donde se comprometen a no realizar cualquier tipo de reparación. Otro apartado impide que demanden a la compañía por imponer esas restricciones sobre los arreglos oficiales.
“Si un agricultor compra el tractor debería poder tener el derecho de hacer con él lo que quiera. Se puede, por ejemplo, cambiar la transmisión con un mecánico independiente, pero el tractor no arrancará. John Deere cobra u$s230 por esa pieza y otros u$s130 para conectar la maquinaria a una computadora que autorice ese cambio”, relató un granjero al sitio Motherboard.
Situaciones como esa ayudaron al crecimiento de un mercado negro de software y hardware especialmente orientado a tractores John Deere. Una excepción aprobada en la Digital Millenium Copyright Act hace que este tipo de hackeo esté permitido en los EEUU.
Propiedad
El caso de los tractores John Deere abre un nuevo interrogante sobre la actuación de las industrias con respecto al control que ejercen sobre sus productos y clientes, atrapados muchas veces en un service oficial, no solo por el control vía software sino también por el hardware.
Reparar un iPhone 7 no es una tarea que cualquier servicio técnico acepte enfrentar debido a que el diseño del smartphone de Apple lo convierte en un producto casi irreparable.
Al mismo tiempo, ofrecer garantías extendidas y servicio técnico oficial es un negocio en pleno crecimiento, sobre todo entre las empresas tecnológicas, donde la sola reparación de pantallas rotas representa ingresos constantes.
La situación revive una vieja pregunta: ¿pagar por un producto no entrega automáticamente la propiedad y por ende el derecho a hacer lo que uno desee? En vísperas de la era de los autos conectados, la pregunta vuelve a cobrar relevancia, quizás la misma que la del trabajo de los hackers dispuestos a liberar cualquier artefacto.