Tres años pasaron desde que el Ford Fusion Hybrid salió a la calle y hoy, con su nueva versión, parece estar casi recibido.

Exceptuando a Tesla, Ford logró con su coche autónomo lo que por ahora otras empresas no: que el vehículo tenga la apariencia -o casi- de uno común y corriente, sin la “mochila” que suelen llevar encima del techo para albergar los diversos componentes que permiten prescindir del conductor humano.

El nuevo Ford Fusion Hybrid “emplea la actual plataforma de vehículo autónomo de Ford, pero eleva la capacidad de procesamiento gracias al nuevo hardware”, explicó la automotriz.

El aspecto despojado del coche autónomo de Ford es posible gracias a nuevos sensores LIDAR, que “tienen un diseño más fluido y un campo de visión más ajustado, lo que permite al coche emplear sólo dos sensores, en lugar de cuatro, obteniendo la misma cantidad de información”.

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Con este avance, Ford está cerca de alcanzar la meta de un coche completamente autónomo. Ya tiene la versión mejorada de uno de sus autos y el sistema de conductor virtual, la pata más importante, es cada día más inteligente.

“Para hacer un coche totalmente autónomo, la SAE define el vehículo nivel cuatro (SAE-defined level 4-capable), que no requiere de conductor para tomar el control y el coche debe de ser capaz de actuar como lo haría un ser humano al volante. El sistema de conductor virtual de Ford está diseñado para hacer precisamente eso”, remarcó la automotriz.

Ford espera ofrecer al público un coche autónomo en 2021. El modelo definitivo, dijo la empresa, no tendrá volante ni pedales.

Por el momento, a la espera de comenzar a probarlos en Europa desde 2017, ensaya con sus vehículos en Michigan, Arizona y California.

Nuevo aspecto e inteligencia

Exteriormente, el coche autónomo de investigación se diferencia de un Fusión (Mondeo) Hybrid convencional por los sensores. Son como los ojos y los oídos para un ser humano.

Dos sensores LIDAR, cada uno con capacidad de generar millones de haces, asoman de los pilares frontales del coche, ofreciendo una visión de 360 grados. Estos nuevos sensores tienen un alcance de aproximadamente la longitud de dos campos de fútbol alrededor del coche. El LIDAR de alta definición está preparado para ver dónde está el objeto, su tamaño y que es lo que parece ser.

También hay tres cámaras montadas en las barras del techo. Una orientada hacia delante se encuentra bajo el parabrisas. Estas cámaras identifican los objetos y leen las señales de tráfico.

Radares de corto y largo alcance, preparados para ver en la lluvia, niebla o nieve, aumentan la capacidad de visión, ayudando a determinar el movimiento del objeto respecto al vehículo.

Los datos de todos estos sensores alimentan el «cerebro» del vehículo autónomo, y la información se compara con el mapa 3D y otros elementos de visión computarizada.

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El cerebro del coche autónomo se encuentra en el baúl. Allí, el equivalente a varias computadoras de alta capacidad, generan 1 TB de información por hora, más de lo que una persona normal generaría usando su smartphone durante 45 años.

Pero lo que verdaderamente supone sacar partido a la plataforma de cálculo, es el software desarrollado por Ford para su «conductor virtual».

Hay muchísimas variables que un coche autónomo tiene que procesar sobre la marcha: ¿Qué es lo que le rodea? ¿Qué es lo que otros conductores hacen? ¿Dónde va? ¿Cuál es el mejor camino? Al incorporarme a un carril ¿hay que acelerar o frenar? ¿Qué es lo que suponen mis decisiones a los otros coches?

Los algoritmos que los ingenieros escriben, procesan millones de datos por segundo, ayudando al coche autónomo a reaccionar de la forma que ha sido programado.

Más información: Ford