Los astrónomos están sorprendidos por las primeras observaciones de un asteroide llegado al sistema solar procedente del espacio interestelar. El objeto, bautizado con el nombre hawaiano de ‘Oumuamua, no se parece a nada visto antes: es metálico o rocoso, con un color rojo oscuro y, sobre todo, muy alargado. Su longitud es de al menos 400 metros y, después de girar cerca del Sol, se aleja a la vertiginosa velocidad de 95.000 km/h.
Hace un mes, el 19 de octubre de 2017, el telescopio Pan-STARRS 1 captó desde Hawaii un débil punto de luz moviéndose a través del cielo. Al principio parecía un pequeño asteroide típico de rápido movimiento, pero observaciones llevadas a cabo durante los dos días siguiente, permitieron calcular su órbita con bastante precisión, lo que reveló, sin ninguna duda, que este cuerpo no se originó dentro del sistema solar, como todos los demás asteroides o cometas observados hasta ahora, sino que venía del espacio interestelar.
Aunque originalmente fue clasificado como cometa, observaciones del Observatorio Europeo Austral (ESO) y de otras instalaciones no revelaron signos de actividad cometaria tras su paso más cercano al Sol, en septiembre de 2017.
El objeto ha sido reclasificado como un asteroide interestelar dentro de una nueva clase y nombrado siguiendo la propuesta de sus descubridores: 1I/2017 U1 (‘Oumuamua). La palabra hawaiana ‘Oumuamua (el primer signo no es un apóstrofo, sino una okina o separador para leer la palabra como H O u mu a mu a) hace referencia a un explorador, un pionero, un mensajero que viene de lejos y llega el primero.
“Tuvimos que actuar con rapidez”, explica Olivier Hainaut, miembro del equipo de ESO en la localidad alemana de Garching, “ya que ‘Oumuamua había pasado ya su punto más cercano al Sol y se dirigía hacia el espacio interestelar”.
Los investigadores, que publican su estudio en Nature, utilizaron el telescopio VLT (Very Large Telescope) de ESO para medir la órbita, el brillo y el color del objeto. La rapidez era vital, ya que ‘Oumuamua está desapareciendo rápidamente, pues se aleja del Sol y ya ha pasado la órbita de la Tierra en su camino fuera del sistema solar.
Gira sobre su eje cada 7,3 horas
Pero las sorpresas no acabaron aquí. Combinando las imágenes del VLT con las de otros grandes telescopios, el equipo de astrónomos dirigido por Karen Meech del Instituto de Astronomía en Hawaii descubrió que ‘Oumuamua varía muchísimo su brillo, en un factor de diez, a medida que gira sobre su eje cada 7,3 horas.
Karen Meech lo explica: “Esta gran variación en brillo, poco común, significa que el objeto es muy alargado: su longitud es unas diez veces mayor que su anchura, con una forma compleja y enrevesada. También descubrimos que tiene un color rojo oscuro (aunque observaciones posteriores apuntan a que es más grisáceo que rojizo), similar a los objetos del sistema solar exterior, y confirmamos que es totalmente inerte, sin el menor atisbo de polvo alrededor de él”.
Estas propiedades sugieren que ‘Oumuamua es denso, posiblemente rocoso o con gran contenido metálico, sin cantidades significativas de hielo ni agua, y que su superficie ahora es oscura y está enrojecida debido a los efectos de la irradiación de rayos cósmicos durante millones de años. Se estima que mide al menos 400 metros de largo.
Un cilindro de 400 metros a 95.000 km/h
Cálculos orbitales preliminares sugieren que el objeto viene aproximadamente de la dirección en la que se encuentra la brillante estrella Vega, en la constelación septentrional de Lyra. Sin embargo, incluso viajando a la vertiginosa velocidad de 95.000 km/h, le llevó tanto tiempo a este objeto interestelar hacer el viaje al sistema solar que Vega no estaba cerca de esa posición cuando el asteroide estaba allí, hace unos 300.000 años.
Según los autores, es probable que ‘Oumuamua haya estado vagando a través de la Vía Láctea, independiente a cualquier sistema estelar, durante cientos de millones de años antes de su casual encuentro con el sistema solar.
Los astrónomos estiman que, una vez al año, un asteroide interestelar similar a ‘Oumuamua pasa por el interior del Sistema Solar, pero son débiles y difíciles de detectar, por lo que no se han visto hasta ahora. Gracias a los nuevos telescopios de rastreo como Pan-STARRS, que son lo suficientemente potentes, ahora se tiene la oportunidad de descubrirlos.
“Seguimos observando este objeto único”, concluye Olivier Hainaut, “y esperamos precisar con más exactitud de dónde proviene y cuál será su próximo destino en su viaje por la galaxia. Y ahora que hemos encontrado la primera roca interestelar, ¡nos estamos preparando para las próximas!”.
Mientras tanto, astrónomos de todo el mundo se afanan en observar al extraño asteroide ‘Oumuamua antes de que los telescopios más potentes, como el Hubble y Spitzer de la NASA, lo pierdan de vista. Los resultados de las observaciones realizadas hasta ahora ya se han presentado en multitud de artículos previos o preprints para su publicación en formato final en los próximos meses.
Vía: SINC